viernes, 4 de octubre de 2013

HUMILDAD
La personalidad sencilla es única, sin adornos ni artificios, no le hace falta mostrar sus posesiones y cualidades porque son evidentes y naturales. La sencillez nos enseña a saber quiénes somos y lo que podemos.
La persona humana está dotada de inteligencia, cualidades y habilidades.
La sencillez no es pobreza, es tener lo que se necesita pero sin caprichos superficiales. La sencillez no es suciedad, la pulcritud no está reñida con la humildad del corazón.
La persona sencilla no se exalta ni menosprecia, aprecia a las personas por lo que son, lo cual permite un dialogo amable y una amistad sincera.
La manifestación más clara de la sencillez se encuentra en el aspecto exterior de la persona ya que viste con decoro, sin llegar a ser estrafalario y sin dejarse seducir por la exageración caprichosa de la moda;
los modales distan mucho de ser artificiosos y estudiados especialmente para cada situación concreta, desde la forma de saludar, utilizar los cubiertos, etc.
El valor de la sencillez nos ayuda a superar el deseo desmedido por sobresalir, sentirnos distinguidos y admirados sólo por la apariencia externa. Nuestro interior, nuestro corazón es lo que verdaderamente cuenta. Una persona sencilla gana más corazones.


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